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Félix de Ayesa, un incansable trabajador por la identidad marplatense


El 12 de Mayo de 1994 Félix de Ayesa fue declarado Ciudadano Ilustre por su trascendente tarea cultural en beneficio de la historia y la identidad marplatense. Es que para cuando llegó el reconocimiento de sus vecinos por medio del Concejo Deliberante, Ayesa había escrito una serie casi innumerables de libros y ensayos. Algunos polémicos, como fue el libro “El Almirante Brown no fondeó frente al actual Cabo Corrientes”, donde se encuentran 12 mapas a doble página de los siglos XVIII y XIX. En ese trabajo, se empeñó y documentó, el error de creer que el almirante Brown estuvo frente al actual Cabo Corrientes en lugar del faro Punta Mogotes.


Félix de Ayesa Arismendi y Rubio (su nombre completo) nació un 18 de Mayo en Olite, vieja capital de Navarra, País Vasco, España. “soy un vasco peninsular. A pesar de haber venido con seis años a Mar del Plata, o puedo olvidar que mucho tiempo después, en la década del setenta, cuando regresé a mi tierra, me sentí invadido por tantos y tantos recuerdos que no se habían borrado. Los lugares, los juegos…” dijo en una de las últimas entrevistas que dio.

Pero la llegada de Ayesa al país tuvo la singularidad de ocurrir en el mismo momento en el que a la Argentina de la opulencia se sumaba una atmósfera patriótica de carácter particularismo: eran los tiempos del centenario.

El “Princesa Mafalda II” llegó a Buenos Aires el 20 de junio de 1910 trayendo a la familia Ayesa y a tantas otras que venían tras el sueño de la prosperidad. “Yo creo que ese clima de Patria que respiré apenas pisé suelo argentino pudo muy bien tener que ver con mis ganas de investigar la Historia”, aseguró frente a su entrevistador.

A los cinco días de llegar, los Ayesa abandonaron Buenos Aires y vinieron a Mar del Plata, ocupando una vivienda en la calle 9 de Julio entre Funes y Olazábal, en lo que don Félix llamaba “El barrio ferroviario”. El niño fue entonces a la escuela n°14, en la Calle Patagones.

Su motivación por la investigación y la Historia le surgieron por medio de Lía Cacheiro, una singular y encantadora maestra que incentivó en sus primeros años de escuela aunque su formación –después que sus padres decidieran cambiarlo de escuela- continuó en el Instituto Peralta Ramos de los Hermanos Maristas.

Además de aquella maestra, de Ayesa le asignaba también gran parte de su vocación por la investigación y la Historia a su padre. Todas las noches lo obligaba a leer el diario (La Prensa), sobre todo cuando comenzó la Primera Guerra Mundial, y así aprendió a leer intelectualmente, es decir, a entendiendo la lectura.

A Ayesa le tocó vivir en sus mocedades la famosa “belle epoque”, en la que Mar del Plata fue convertida en el templo donde las familias porteñas cumplían el rito de la opulencia. En esa época se hablaba de dos ciudades la de todo el año, que vivía entre Independencia y Jara y la de los veraneantes que pasaban 90 días sobre la costa.

La madre de Félix, como muchas otras mujeres, sobre todo en el barrio ferroviario, tenía un taller de lavado y planchado. Trabajaba para esas familias y así tenía un ingreso extra para el resto del año. No era extraño que acompañara a su madre, que con un canasto y un caballo se trasladaba para entregar y recoger la ropa, El recuerdo vincula también a otros trabajadores que cumplían los oficios de albañiles, carpinteros y pintores, que durante el invierno trabajaban lo suyo y en verano se transformaban en personal de los veraneantes.


Fotografía publicada en la revista Con Todos

Es probable que eso haya posibilitado el crecimiento de Mar del Plata, porque la gente que sumaba ingresos de esa manera podía acceder a comprar sus propios terrenos e ir mejorando: de las casillas de madera y chapa pasaban a las casas de material y luego al chalecito, permitiendo así un cierto cambio de status.

Esa Mar del Plata de trabajadores, sin elite, ¿no habrán sido los que posibilitaron el crecimiento del Socialismo como un fenómeno muy nuestro?

Los trabajos de Félix de Ayesa, sus publicaciones, artículos y colaboraciones son de tan diversos tópicos que la lectura de su lista se parece más a un Índice enciclopédico que a un currículum personal. Desde ensayos sobre García Lorca, Sarmiento, Picasso, hasta religión, plástica, industria, municipalismo y, por supuesto, Historia, o también la descripción de la flora y fauna de la época jesuítica.

A lo largo de su vida, Félix de Ayesa recibió muchas distinciones y premios. Dejó de existir el 7 de abril de 1996 y cuatro años más tarde, desde junio del 2000 uno de los caminos que bordea la Reserva de la Laguna de los Padres lleva su nombre.

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