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Las Heras – ¿Fue un hombre? ¿Existió?


Las Heras – ¿Fue un hombre? ¿Existió? Claro que sí, fue un militar e independentista argentino. La calle que lleva su nombre nace al 2100, en avenida Patricio Peralta Ramos y se extiende sin interrupciones hasta la avenida Juan B. Justo. Pasa por el macrocrento, y los barrios Vieja Estación Terminal, General Roca, Divino Rostro y por último San Carlos. Su nombre completo era Juan Gregorio de las Heras y nació el 11 de julio de 1780 en la ciudad de Buenos Aires.


Cursó estudios en el Colegio de San Carlos. Combatió contra las invasiones inglesas y en 1813 se traslada a Chile, donde se hizo cargo de parte de las fuerzas del Ejército Libertador, en reemplazo de Antonio González Balcarce. Cuando Rancagua fue derrotado, regresó a Mendoza.

Las Heras, discípulo y compañero de San Martín, fue como el Gran Capitán, fiel expresión del poder de expansión de la revolución argentina. No se estrechó éste en los límites de nuestro territorio, salió de ellos para auxiliar a los pueblos hermanos y asegurar así el éxito del movimiento solidario.

Luchó contra los ingleses en las invasiones de 1806. En 1816 integró el Ejército de los Andes. Participó en las batallas de Cucha-Cucha, Rancagua, Chacabuco, Curapaligüe, Gavilán y Maipú. Integró la expedición que partió de Valparaíso en 1820 para liberar Perú del dominio español.

Ya en 1810 la Primera Junta de Gobierno le otorgó los despachos de Sargento Mayor, y tiempo después, luego de Membrillar obtuvo los despachos de Teniente Coronel. Juan José Castelli expresó que Juan Gregorio de las Heras “era uno de los más decididos patriotas en quién se podía confiar”.

Al producirse la Revolución de Mayo, se encontraba en Córdoba; dicha junta de gobierno, otorga a Las Heras, con fecha 24 de octubre de 1810, el despacho de sargento mayor del batallón de Patricios de Córdoba, que se hallaba de guarnición en dicha ciudad.

El 23 de febrero de 1814 el mayor Las Heras a la cabeza de 100 auxiliares argentinos conquistó su primer triunfo en Cucha-Cucha; el gobierno argentino premió la acción con un escudo de honor bordado en plata sobre paño azul: “la Patria a los valerosos en Cucha-Cucha auxiliares en Chile”.

Pocos días después en Membrillar, Tres Montes y Quechereguas obtuvo nuevos éxitos sobre las tropas españolas. El 11 de abril de 1814, tuvo dos nuevas acciones contra el enemigo en la cuesta de los Papeles.

El 13 de enero de 1816 fue graduado coronel del ejército, llamando el Libertador el 15 de enero de 1817 al coronel Las Heras a su alojamiento y bajo palabra de honor de guardar secreto le comunicó que estaba destinado a abrir la campaña por el camino de Uspallata. El 18 de enero rompió la marcha Las Heras y se dirigió a aquel destino y el 4 de febrero se encontraban en la ladera occidental de la cordillera que atravesaron.

En el cruce de Los Andes, estuvo al mando de la División Uspallata, comandando la Primera División. La División Uspallata era la más importante que cruzó por el norte en la provincia de Mendoza, más exactamente desde El Plumerillo. San Martín lo hizo por el Sur.

Tras su destacada actuación en las campañas libertadoras de Chile y Perú pidió su retiro del Ejército y, en 1821, regresó a su ciudad natal. El 2 de abril de 1824, reemplazó a Martín Rodríguez como gobernador de la provincia de Buenos Aires.

Continuó la obra de su antecesor, firmó un Tratado con Inglaterra, reconociendo la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata. En 1826 cedió su puesto a Bernardino Rivadavia. Regresó a Chile donde en abril de 1826 fue dado de alta nuevamente en el ejército, siendo el 13 de febrero de 1828 promovido a general de división con antigüedad a junio de 1820.


El 15 de marzo el glorioso soldado publicó una breve exposición explicando a sus coprovincianos su actuación pública y los motivos que le impulsaban a separarse de la provincia de su nacimiento, documento éste verdadero ejemplo de humildad y renunciamiento históricos pese a los agravios recibidos.

No volvió a su tierra natal nunca más, falleciendo en Santiago el 6 de febrero de 1866 a los 86 años de edad.

De él escribió Mitre: “No necesitó apelar a la posteridad para esperar justicia y afirmar la corona bajo sus sienes. El juicio que el pueblo sólo pronuncia en los funerales de sus héroes fue pronunciado en vida y para honor y gloria de él y de su patria, por los hijos de la heroica a que perteneció que es la posteridad a que apelaba el general San Martín su ilustre maestro y compañero de gloria”.

Sus restos fueron trasladados a Buenos Aires en 1906 y descansan en la Catedral, junto al sepulcro de San Martín #AntesdeSerCalle

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