Carlos Luis Federico de Brandsen fue un heroico y reconocido militar francés que cumplió valiosos servicios en el Ejército de los Andes y que murió en el combate de Ituzaingó. De él habla la historia y en su homenaje una calle de Mar del Plata se llama Brandsen, pero no Coronel Brandsen, como erróneamente le dicen muchos.
La calle nace en la costa y tiene circulación hacia el continente en la zona de acceso norte de la ciudad –donde se encuentra a primera fábrica de Havanna- y pasa por los barrios La Perla, Nueva Pompeya, Villa Primera, al travesar Ruta 2 ingresa a López de Gomara, tras las vías ingresa a Malvinas Argentinas, continúa por el Libertad y concluye en el Florentino Ameghino al cruzarse con calle Carrillo.
Brandsen humano: esta es su historia
Había nacido el 28 de noviembre de 1785 en Francia. Luego de educarse en el Liceo Imperial se incorporó al ejército de Napoleón. Ocupó un cargo en el Ministerio de Guerra y luego fue destinado a Italia. En 1813 participó de la campaña en Alemania, siendo herido en tres oportunidades; luego fue condecorado y ascendido a capitán de Caballería. Con ese rango prestó en 1815, en Waterloo, su último servicio a su país natal
Luego de pedir la baja, dos años después, conoció en París a Bernardino Rivadavia, el cual -haciendo algo bueno para variar- lo convenció de unirse al ejército que estaba preparando San Martín. Recordando sin duda que el abuelo de su esposa había sido Virrey del Perú, decidió embarcarse hacia Buenos Aires.
A fines de 1817 el gobierno de las Provincias Unidas le reconoció su grado militar y lo asignó al II Escuadrón del Regimiento de Granaderos a Caballo, destinado en Chile bajo el mando del general San Martín. Estuvo en Bío-Bío y luego, en la campaña del Perú, se distinguió en Nazca y Chancay, donde derrotó a una unidad realista de doscientos hombres con sólo 36 Cazadores a Caballo. Con el grado de coronel venció en Zepita y, ya como comandante general de la Caballería de la Vanguardia del Ejército del Perú estuvo en Sica-Sica y Ayo-Ayo.
El 20 de febrero de 1827, tuvo lugar el decisivo enfrentamiento entre las fuerzas patriotas y el Imperio del Brasil con la victoria de las tropas comandadas por el general Carlos María de Alvear. Entre sus protagonistas, surgió el heroico sacrificio del coronel Federico Brandsen.
Sabía que iba a morir. La orden que había recibido sonó a sentencia de muerte. Al escucharla, el comandante del Regimiento Nº 1 de Caballería, teniente coronel Charles Louis Frederic de Brandsen presintió amargamente ese final. La batalla estaba en ciernes y no le quedaba otra que llevar adelante el polémico cometido. No ocultó su fastidio. El entredicho con el general Carlos María de Alvear, jefe del ejército patriota y de quien emanó la consigna lo puso muy mal. Era una locura lo que le pedía. Lo sabía muy bien.
-¡Usted comandará una carga contra la infantería brasileña!, le espetó.
Frunció el ceño. Era una locura atacar de esa manera a una fuerza de 2000 mercenarios austríacos y alemanes. Se lo recalcó con crudeza.
-¡General, es un suicidio atacar a esa unidad de élite fortificada detrás de una profunda hondonada casi imposible de sortear!!!!
Alvear lo miró con severidad. No esperaba tal respuesta. Hizo caso omiso de sus argumentos y le gritó en la cara.
-¡Cuando el emperador Napoleón le daba una orden ¿usted dudaba en cumplirla?!
Brandsen sostuvo la mirada. Las palabras tocaron a su amor propio. Con una profunda crispación, dijo escuetamente.
-Está bien mi general, sé que voy a morir, pero cumpliré con lo que se me ordena. Saludó, dio media vuelta y se retiró.
De pronto, volvió a la realidad. Con parsimonia ciñó su correaje, acomodó la espada y siguió recordando aquella acción de Nazca junto al mayor Juan Lavalle. Tampoco olvidó ese 8 de noviembre de 1820, en Chancay cuando con 36 Cazadores vencieron a una fuerza realista de casi 200 hombres. Así, ascendió a sargento mayor. San Martín lo puso al frente del regimiento de Húsares de la Legión Peruana de la Guardia con el grado de teniente coronel y con el que triunfó en Zepita. Luego, con la Caballería de la Vanguardia del Ejército del Perú intervino en Sica-Sica y en Ayo-Ayo donde contuvo la persecución enemiga para salvar los restos del ejército derrotado en esos encuentros. Entre 1822 y 1823 participó en otras operaciones contra los realistas. Encarcelado, desterrado y luego liberado por Simón Bolívar, el 5 de marzo de 1825 embarcó con su familia en el buque Livonia, a Santiago de Chile. Tras una breve permanencia en esa ciudad, regresó al Río de la Plata. El 23 de enero de 1826 el gobierno lo designó jefe del Regimiento 1 de Caballería con las jinetas de teniente coronel y se preparó parta luchar contra el Imperio del Brasil. Finalmente, llegó el 20 de febrero de 1827 y la fatídica orden.
El desenlace
Salió de la tienda de campaña y montó a caballo. Al paso, cabalgó al frente de sus hombres con el pecho cubierto de medallas. Alvear lo seguía unos metros más atrás como esperando que cumpliese con su orden. El guerrero napoleónico lo vio y se le acercó.
-General, por favor, no me ofenda, le pidió.
Entonces, Alvear luego de excusarse, se alejó. Frente al 2º Escuadrón, Brandsen ordenó una carga escalonada. A su lado, lo acompañaba su edecán, Ignacio Lavalle, hermano del general.
Blandió su espada y gritó:
-¡Escuadrón… marche…al galope…a la carga…!
Tal como lo había previsto, el ataque fracasó y la metralla enemiga rápidamente terminó con su vida y la de varios de sus soldados.
Sin embargo, luego de varios intentos, el empeño patriota dio resultados. Tras 5 y 6 horas de combate, las tropas imperiales tocaron a retirada. El triunfo de las fuerzas de la República es total. Las cargas encabezadas por Juan Lavalleja, Estanislao Soler, Lucio Mansilla y el general paz, entre otros, fueron decisivas. Finalizada las acciones, el propio Juan Lavalle recorrió la zona y encontró el cadáver de Brandsen entremezclado entre los cuerpos de sus hombres. Estaba completamente desnudo porque en su huída, los imperiales le habían quitado el uniforme y sus medallas. Metros más allá, yacía el cadáver de su hermano. El valiente guerrero fue promovido póstumamente a coronel y sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires. Su sepultura fue declarada Monumento Histórico Nacional. La ciudad y el partido homónimos de la provincia de Buenos Aires, llevan su nombre. En su honor, el Regimiento 1 de Caballería del Ejército Argentino, del que fuera primer comandante, se denomina Regimiento de Caballería de Tanques 1 “Coronel Brandsen”, con asiento en Villaguay, Entre Ríos.
La batalla
Ituzaingó o batalla del Paso de Rosa se desarrolló en lo que hoy es el centro-oeste del estado de Río Grande del Sur. Allí chocaron las tropas aliadas de los insurrectos orientales y el Ejército Argentino, por una parte contra las tropas del Imperio del Brasil por la otra, por el control de la Banda Oriental en manos brasileñas desde 1820. Fue una victoria táctica de los aliados. Contribuyó al nacimiento de la convención preliminar de paz firmada 1828 y que reconoció como estado libre, independiente y soberano al Uruguay. El imperio sufrió 200 muertos, entre ellos su jefe, el mariscal José de Abreu Mena Barreto, 150 prisioneros y 800 extraviados. Las Provincias Unidas tuvieron 139 bajas de caballería y 9 de los Cazadores de Infantería.
Hallazgo
Entre los pertrechos abandonados por el ejército imperial se encontraba un cofre con una partitura de una marcha entregada por el emperador brasileño al marqués de Barbacena para que la interpretase tras obtener la supuesta victoria. Sin embargo, los patriotas vencedores se apoderaron de ella y la bautizaron “Marcha de Ituzaingó”. Sus sones son escuchados cuando la bandera Argentina se traslada en actos oficiales y es uno de los tres atributos que ostenta el presidente de la República junto con el bastón de mando y la banda presidencial #AntesDeSerCalle