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Foto del escritorAntes de ser Calle

Mar del Plata supo venerar con una avenida al dictador Félix Uriburu

Actualizado: 29 abr 2020


La avenida Libertad tuvo otros nombres; supo ser Constitución y, paradójicamente, cerca de la década del '40, José Félix Benito Uriburu, el primer golpista en la historia argentina.


Aún hay casas sobre Libertad que tienen los carteles de 1940

Uriburu había nacido en Salta, el 20 de julio de 1868. El 6 de septiembre de 1930, Uriburu encabezó un golpe de estado que derrocó al gobierno constitucional de Hipólito Yrigoyen y estableció una dictadura militar, la primera de una serie que se extendería hasta 1983 (1943, 1955, 1962, 1966 y la más sangrienta, la cívico militar de 1976). El 20 de febrero de 1932 dejó el poder.

Tres meses tardaron en Mar del Plata en homenajear al dictador saliente. El 12 de Mayo de 1932 una ordenanza hace el cambio de Constitución (actual Libertad) por Teniente General Uriburu.

Uriburu básicamente representó en aquel momento, ante todo, un nacionalismo católico y corporativista. Inclusive el proyecto de constitución corporativa que tenía Uriburu y sus sectores era un sistema corporativo mixto. Querían que hubiera una cámara corporativa, por ejemplo, con representación de sindicatos, empresarios y otra cámara con representación política.

Uriburu le encomendó al poeta Leopoldo Lugones la redacción de la proclama revolucionaria, pero la primera versión fue acusada de fascista por parte del coronel José María Sarobe y el general Agustín P. Justo, miembros de la oligarquía y el liberalismo, que solo colaboraron con Uriburu para derrocar a Yrigoyen y reestablecer el sistema constitucional, pero la idea de Uriburu era muy distinta y tenía planes para permanecer por largo tiempo en el poder hasta lograr un orden nacionalista.

Igualmente, Lugones debió realizar algunas modificaciones que, de todos modos, contentaron más a quien sería presidente:

El Ejército y la Armada de la Patria, respondiendo al calor unánime del pueblo de la Nación y a los propósitos perentorios que nos impone el deber de argentinos en esta hora solemne para el destino del país, han resuelto levantar su bandera para intimar a los hombres que han traicionado en el gobierno la confianza del pueblo y de la República el abandono inmediato de los cargos, que ya no ejercen para el bien común, sino para el logro de sus apetitos personales. Les notificamos categóricamente que ya no cuentan con el apoyo de las fuerzas armadas, cuyo objetivo primordial es defender el decoro personal, que ellos han comprometido, y que no habrá en nuestras filas un solo hombre que se levante frente a sus camaradas para defender una causa que se ha convertido en vergüenza de la Nación. Les notificamos también que no toleraremos que por maniobras y comunicaciones de última hora pretendan salvar a un gobierno repudiado por la opinión pública, ni mantener en el poder los residuos del conglomerado político que está estrangulando a la República.


Uriburu en el poder

El 10 de septiembre de 1930, Uriburu fue reconocido como presidente de la Nación mediante una célebre y cuestionada Acordada de la Corte Suprema de Justicia que dio origen a la doctrina de los gobiernos de facto. Disolvió el Congreso, declaró el estado de sitio, intervino en todas las provincias gobernadas por el radicalismo y, en rasgos generales, quiso implantar un gobierno corporativista, similar al fascismo, régimen en el que veía un ejemplo de orden, unidad y paz con fuerte patriotismo.

Aunque públicamente Uriburu declaraba respetar la constitución, personalmente sentía que el país necesitaba retornar al régimen de gobierno conservador con la sumatoria de principios nacionalistas, previo a la sanción de la Ley Sáenz Peña, que había establecido el voto secreto para varones. En un discurso pronunciado en la Escuela Superior de Guerra, Uriburu expresaba su oposición al sufragio universal con las siguientes palabras:

Debemos tratar de conseguir una autoridad política que sea una realidad para no vivir puramente de teorías... La democracia la definió Aristóteles diciendo que era el gobierno de los más ejercitados por los mejores. La dificultad está justamente en hacer que lo ejerciten los mejores. Eso es difícil que suceda en todo país que, como en el nuestro, hay un sesenta por ciento de analfabetos, de lo que resulta claro y evidente, sin tergiversación posible, que ese sesenta por ciento de analfabetos es el que gobierna al país, porque en elecciones legales ellos son una mayoría.

Estableció un régimen represivo que incluyó por primera vez la utilización sistemática de la


tortura contra los opositores políticos, en particular anarquistas, comunistas y radicales yrigoyenistas, mediante la Sección de Orden Político de la Policía de la Capital, al mando de Leopoldo Lugones (hijo).

Decretó la ley marcial e hizo ejecutar a militantes anarquistas, principalmente inmigrantes europeos, entre ellos Severino Di Giovanni, Gregorio Galeano, José Gatti, Joaquín Penina, Paulino Scarfó y Jorge Tamayo Gavilán.

Encarceló a varios dirigentes políticos ―entre ellos al ex presidente Hipólito Yrigoyen―, impuso censura a los diarios, intervino las universidades anulando el régimen de autonomía y cogobierno establecido desde la Reforma Universitaria de 1918. Una vez producido el golpe, la flamante Confederación General del Trabajo adoptó actitudes de complacencia frente al régimen militar.

Uriburu intentó un modelo altamente represivo, con ley marcial y tribunales militares para juzgar a los enemigos del régimen y el proyecto filo-fascista. A principios de 1931 llamó a elecciones en la provincia de Buenos Aires, pero luego las anuló debido a que había ganado la Unión Cívica Radical.

En noviembre de ese año convocó nuevamente a elecciones luego de prohibir las candidaturas del radicalismo. En esas condiciones resultó electo presidente el General Agustín P. Justo, quien representaba al liberalismo con el que Uriburu tuvo serias diferencias pero que lo había ayudado en la toma del poder.


Entre los ideólogos nacionalistas, Uriburu prefería a Carlos Ibarguren, su primo, católico militante y admirador de la derecha española, que era además un brillante escritor. En cambio desdeñaba a quien hasta entonces había sido el líder de los nacionalistas, Juan Carulla, que prefería seguir las ideas de Benito Mussolini o de Charles Maurras.

Durante su gobierno creó dos fuerzas de choque de corte paramilitar y parapolicial, la LCA (Legión Cívica Argentina) que fue la más importante y con la cual persiguió a sus opositores politicos y usó contra grupos subversivos -cuyos miembros recibían palizas de los legionarios para luego ser detenidos- y al promediar su gobierno fundó la LM (Legión de Mayo).

Estos grupos uriburistas siguieron existiendo durante el gobierno de Justo, pero ya no como una fuerza oficial de choque, ya que Justo era democrático y quería devolver al país el orden constitucional y una imagen basada en la democracia y el liberalismo, por lo cual hizo a un lado a ambas legiones cuyos hombres se convirtieron en opositores al justismo.

Luego de entregar el poder, el 20 de Febrero de 1932, Uriburu marchó al extranjero por motivos de salud y murió en París, dos meses más tarde (el 29 de abril) , luego de una intervención quirúrgica por enfermedad gástrica #AntesDeSerCalle

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