Con una ordenanza sancionada en octubre de 1989 bajo el número 7523 se homenajeó a caciques de pueblos originarios con nombres a 14 calles del barrio Las Canteras. Una de ellas es Manuel Baigorrita.
Su nombre completo era Manuel Baigorría Gualá, alias Maricó y conocido como el cacique ranquelino de Poitahué (Quenqué) Baigorrita.
Había nacido en La Pampa en 1837. Hijo del cacique Pichón Gualá, muerto en 1855, y de Rita Castro, cautiva puntana de “El Morro”; nieto del cacique Llanquetruz II y muerto en 1838. Entre sus hermanos varones se cuentan los capitanejos Quinchán, Cayomuta, Epuhueque, Caispán; y entre las mujeres, María, Celia y Josefa. A la muerte de su padre, en razón de su corta edad, fue criado, junto con sus hermanas, por el coronel unitario Manuel Baigorria, por entonces refugiado entre los ranqueles, quien le dio su nombre y apellido.
En 1862, Baigorrita ya había asumido el cacicazgo de Poitahué, distante a unos 50 kms de Leubucó, sede del cacique principal Mariano Rosas. En junio de 1865, a instancias de su padrino, firmó un tratado de paz con el presidente Bartolomé Mitre, a fin de pacificar la frontera sur de San Luis y Córdoba. Pero bien pronto, junto con el cacique Epumer, apoyó el accionar de las montoneras del interior (hermanos Sáa) en disconformidad con el gobierno de Buenos Aires.
Entre las primeras invasiones que promovió se cuenta por sus efectos devastadores el malón sobre Villa Mercedes (San Luis), en 1867; y sobre Villa La Paz (Mendoza), en 1868, donde fue saqueada la misma iglesia del pueblo. Como en el caso de Mariano Rosas, el coronel Lucio V. Mansilla ha dejado plasmado el retrato de Baigorrita en ocasión de la visita que hizo a sus toldos en abril de 1870. En esa ocasión firmó, junto con aquel, el tratado de paz de 1870; y más tarde el de 1872. El cual, a su vez, renovó el comandante de la frontera cordobesa, el coronel Julio A. Roca, en 1876. Desde la muerte de Mariano, en 1877, su autoridad se acrecentó entre la indiada, adquiriendo mayor prestigio, sin llegar a superar la ejercida por el cacique Epumer, sucesor del primero.
Según el parecer del misionero franciscano Marcos Donati, a quien lo unían lazos de sincera amistad, Baigorrita por temperamento y crianza, era más propenso a aceptar el cristianismo que Mariano y los demás caciques ranquelinos, pudiéndose pensar que en caso de establecerse una misión en Leubucó accedería a recibir el bautismo.
A partir del año 1878 su historia se tiñe de oscuridad y tragedia, al punto que resulta difícil trazarla con exactitud. Ante el avance de las tropas nacionales desde Río Cuarto y Villa Mercedes, optó por eludir enfrentamientos abiertos, internándose en el monte con su gente, desde donde ejerció un permanente hostigamiento a fin de sorprender a las descubiertas despachadas en su búsqueda. No obstante todos los esfuerzos desplegados por los jefes militares del momento (Eduardo Racedo, Rudecindo Roca, Sócrates Anaya), nunca pudo ser hecho prisionero en territorio pampeano. Convirtiéndose así en la presa más codiciada de todas las batidas que pretendían alzarse con tal preciado trofeo de guerra. Antes que entregarse, prefirió emprender una penosa y desesperada retirada con rumbo suroeste, en dirección a la Cordillera, con secreta intención de pasar a Chile si así se lo aconsejaban las circunstancias.
Murió en Neuquén el 16 de julio de 1879 #AntesDeSerCalle
Fuente: Julio Argentino Roca – Iconografía Militar, Museo Roca, Instituto de Investigaciones Históricas, Buenos Aires (2006).