La calle que recuerda a este obispo de la Iglesia Católica, tiene 10 cuadras distribuidas en distintos tramos de la parte oeste de Mar del Plata. Los primeros 200 metros van desde Beruti a Brandsen; reaparece a partir de 9 de Julio hasta Alberti, donde finaliza su traza. Los barrios que componen son dos: Florentino Ameghino y Santa Rosa de Lima.
Se le impuso su nombre a la arteria 294 por medio de la ordenanza 7038 de 1988. El nombre, según describe el Boletín Oficial de la época es Monseñor Enrique Angelelli
Enrique Angelelli nació el 17 de junio de 1923. Ofrendó su vida al servicio de los más necesitados. Su lema "Con un oído puesto en el Evangelio y otro en el pueblo", concitó el odio de las clases privilegiadas que lo acusaron, no podía ser de otra manera, de "comunista". El 4 de agosto de 1976, a principios de la dictadura cívico-militar, fue asesinado, fraguándose un accidente de tránsito.
Una historia de servicio
A los 26 años fue ordenado sacerdote y once años más tarde, obispo. En 1968, le fue asignada la diócesis de La Rioja. Allí, desarrolló con notorio entusiasmo su apuesta por los votos sociales del Concilio Vaticano II. Con su estilo llano y de estrecha relación con el empobrecido poblador de aquella provincia, estimuló y apoyó la organización de las empleadas domésticas, de los trabajadores mineros y agrícolas. Sus misas dominicales llegaron a ser transmitidas por radio hacia todos los rincones de la provincia. Pero en una Argentina en la que se agudizaban los conflictos sociales, pronto encontró la enemistad del clero integralista y conservador del país, de los dirigentes de las Fuerzas Armadas y de los sectores poderosos de La Rioja. Apenas producido el golpe del 24 de marzo de 1976, sus emisiones radiales fueron prohibidas. En varias oportunidades, sus misas debieron ser canceladas por la prepotencia de los grupos de poder local.
Al día siguiente de su muerte, el diario El Sol de La Rioja, tituló: “Murió Angelelli en un accidente”. Esta misma opinión fue la que mantuvieron por años la Dictadura y el Episcopado argentino. Pero su acompañante, Arturo Pinto, aseguró ante el Tribunal que abrió la causa en 1983 para investigar la muerte del obispo, que un Peugeot 404 maniobró bruscamente delante de ellos, provocando el vuelco de la camioneta en la que viajaban. Lo último que dijo recordar fue el ruido de una explosión.
El 19 de junio de 1986, el juez Aldo Morales estableció que se trató de “un homicidio fríamente premeditado”. Las “leyes de la impunidad” en los 90 provocaron la caída de la causa. Pero la anulación de aquellas leyes, en 2005, permitió su reapertura.
En 2010, Pinto y varios actores más se constituyeron en nuevos querellantes y solicitaron la imputación de catorce militares y policías, encabezados por el ex dictador Jorge Rafael Videla, el entonces comandante del III Cuerpo del Ejército, Luciano Benjamín Menéndez, y el interventor de La Rioja, coronel Osvaldo Héctor Pérez Battaglia. El 4 julio de 2014, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de La Rioja consideró delitos de lesa humanidad el homicidio del obispo y el intento de asesinato del ex sacerdote Arturo Pinto y condenó por ellos a los represores Luciano Benjamín Menéndez y Luis Fernando Estrella a prisión perpetua y cárcel común #AntesDeSerCalle
Fuente: Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), Nunca Más, Buenos Aires, Editorial Eudeba, 1984.