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Foto del escritorAntes de ser Calle

Estanislao Severo Zeballos el escritor estadista

Estanislao Severo Zeballos fue abogado, escritor, geógrafo, etnógrafo, legislador, periodista, estadista y estanciero. Nadie podría dudar del papel significativo que ocupó en la historia argentina de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.

La calle que lleva su nombre se encuentra en la zona norte, muy cercana al parque Camet. Tiene un primer tramo en el barrio Zacagnini que va de la costa hasta llegar al Arroyo La Tapera. Vuelve a reaparecer ya en el barrio Fray Luis Beltrán a partir de la calle Agua Blanca y hasta el final del barrio.


Nació en Rosario el 22 de julio de 1854; estudió en el Colegio Nacional Buenos Aires; desde joven se sumergió en la vida del servicio público y de los cargos oficiales a los que se dedicó con todas sus energías, así como a su carrera de periodista.

Fue tres veces diputado, también ministro de Relaciones Exteriores. Su actuación en Estados Unidos de Norteamérica como representante diplomático, el alcance poco común de sus energías, sus intereses, su talento y la fuerza y el volumen de sus escritos sobre asuntos de interés público provocaron un fuerte impacto en la vida de la nación y en especial en sus aspectos internacionales, por más de cuatro décadas (1880 hasta su muerte).

En 1877, Zeballos se rehusó a aceptar el plan de conciliación ideado por los líderes políticos, incluidos Mitre y Alsina; y, si bien sólo consiguió el apoyo de unos pocos, en 1879 llegó a ser legislador en la Cámara de Diputados de Buenos Aires; en 1880. representó a la Capital Federal en el Congreso de la Nación y en 1884 a Santa Fe y nuevamente en 1912-1916; durante esos doce años en la Cámara de Diputados, fue dos veces su presidente. A lo largo de su carrera como legislador, demostró un activo interés por casi todos los temas relacionados con el bienestar y el progreso de la Nación; entre los asuntos que le preocupaban figuraba la reforma de los Códigos de Comercio y de Procedimientos, el desarrollo efectivo de nuevos territorios nacionales y todos los temas relacionados con la economía (la agricultura, los ferrocarriles, los estudios económicos, la política monetaria, el mercado de carnes).

Zeballos era un importante estanciero y fue presidente de la Sociedad Rural (1888-1894). Se ocupó, además, de la legislación sobre ordenamiento sanitario, de la confección de mapas topográficos de la provincia de La Rioja con el fin de poner de manifiesto su potencial geológico y sus recursos hidrográficos, de la creación de la Universidad Federal de Rosario, del desarrollo y el ordenamiento de la industria vitivinícola, de la construcción de caminos, de la expansión de la flota mercante argentina y de la ley de matrimonio civil, con la que estaba de acuerdo.

Las contribuciones más importantes de Zeballos, como funcionario de gobierno, fueron probablemente en el campo de las relaciones internacionales. Renunció al Congreso para aceptar el nombramiento de ministro de Relaciones Exteriores del presidente Juárez Celman en 1889; fue el primer ministro argentino forzado a crear una política nacional con relación a la nueva organización panamericana que el gobierno norteamericano estaba patrocinando; la posición de Zeballos fue firme: la Argentina iba a cooperar, en lo posible, siempre que el predominio norteamericano sobre la organización no violara la soberanía de las naciones latinoamericanas.

En esa línea, se negó a aceptar todo tipo de acuerdo económico hemisférico que obstaculizara los fuertes lazos que unían a la Argentina con Europa; el gobierno de Juárez Celman cayó en 1890 y en octubre de 1891 Zeballos fue ministro de Relaciones Exteriores en el gabinete del presidente Carlos Pellegrini (1891-1892).

Durante la difícil crisis económica que atravesaba el gobierno, Zeballos apoyó las medidas financieras de Pellegrini y, por su relación con Roque Sáenz Peña y con otras figuras políticas, ayudó a que se tuviera fe en la habilidad del nuevo gobierno para mejorar la situación sin necesidad de la intervención extranjera. Por otra parte, dio instrucciones a los delegados argentinos a la Segunda Conferencia panamericana que tendría lugar en México.


De 1893 a 1896, Zeballos fue ministro ante el gobierno norteamericano; continuó con la lucha que habían mantenido sus predecesores para conseguir que los Estados Unidos modificara las tarifas de la importación de lana que tanto habían perjudicado a la Argentina. Si bien no tuvo gran éxito, el comercio entre la Argentina y Norteamérica aumentó considerablemente en la década de 1890.

Estando en Washington, Zeballos se vio derrotado con respecto a los límites con el Brasil, los límites entre ambos países no habían sido nunca trazados claramente. En 1889, ambas naciones aprobaron la intervención del presidente de los Estados Unidos como árbitro; poco después, antes de que se pronunciara la decisión, el gobierno imperial de Brasil fue reemplazado por otro republicano y el ministro -de Relaciones Exteriores de Brasil y Zeballos llegaron a un acuerdo mediante el cual el área en disputa debería ser dividida entre ellos; el 10 de febrero de 1894, Brasil y Argentina presentaron la causa a Washington; a pesar del gran esfuerzo de Zeballos, el presidente otorgó toda el área en disputa a Brasil.

El honor argentino se vio herido y Zeballos fue criticado en Buenos Aires pero los diarios en ese momento moderados, como La Nación y La Prensa, opinaron que la decisión era justa.

En 1907 fue designado miembro argentino de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya; en 1907-1908 fue ministro de Relaciones Exteriores del presidente Figueroa Alcorta; en 1910 se lo nombró delegado al Cuarto Congreso Panamericano en Buenos Aires en el centenario de la Revolución de Mayo. Desde entonces, con excepción de su último período en el Congreso, Zeballos dejó de ser funcionario del Estado. Se dedicó a la enseñanza de derecho en la Universidad de Buenos Aires (1912-1918) y a escribir.

Su influencia continuó siendo grande a través de su trabajo de redacción en La Prensa y en su propia Revista de Derecho, Historia y Letras ya que era considerado una autoridad en las relaciones exteriores. En 1913, criticó la intención manifiesta del presidente Wilson de hacer de los Estados Unidos el juez de la constitucionalidad de los regímenes políticos en Latinoamérica; ese mismo año, sin embargo, presidió las ceremonias que tuvieron lugar en Buenos Aires en las cuales la Universidad otorgó un cargo honorífico a Theodore Roosevelt que estaba de visita.

Elogió al ex presidente norteamericano por su corolario a la Doctrina Monroe, limitándola en principio al área del Caribe y consideró a esto un reconocimiento al hecho de que la Argentina había alcanzado un grado de civilización tal que ya no era necesaria la protección de la Doctrina Monroe, pero agradeció a los Estados Unidos por haber ayudado otrora.

En 1917, Zeballos apoyó con firmeza la política de Yrigoyen de mantenerse neutral en la Guerra Mundial; una vez terminada la guerra, hubo un resurgimiento del latinoamericanismo animado por el nuevo programa panamericano de los Estados Unidos, tal como lo expresan Charles Evans Hughes y Sumner Welles; en el ocaso de su vida (1921-1923).

Zeballos volvió a oponerse, con la pluma, al predominio norteamericano; murió en Liverpool, el 5 de noviembre de 1923 aunque en algunos escritos dan su fecha de fallecimiento el 4 de octubre del mismo año; a un mes de su muerte, Rodolfo Rivarola pronunció su panegírico en Buenos Aires.

Fue escritor toda su vida; colaboró en varios diarios y revistas; su obra periodística más importante fue escrita para El Nacional, del cual fue fundador, y para La Prensa, al que estuvo vinculado muchos años; publicó sobre varios temas, como por ejemplo: Zálida o el amor de los salvajes (novela), Viaje al país de los Araucanos (diario de viajes), Painé o la dinastía de los zorros; Callvucurá o la dinastía de las piedras, en las que describe con vivo realismo la vida entre los indios pampeanos; el escudo y los colores nacionales (historia), Misiones, justicia internacional positiva (derecho), etc.

Su Revista de Derecho, Historia y Letras (1898-1923) constituye un monumento a su persona; sus setenta y seis volúmenes (1898-1923), que contienen ensayos serios de interés académico o público escritos por Zeballos y sus contemporáneos, conforman un valioso tesoro para la historia, el derecho, las letras y la educación #AntesDeSerCalle



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