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La avenida de los Misioneros

Al llegar al kilómetro 12 de la ruta 226 por medio de una rotonda y girando a la izquierda se encuentra el camino principal de acceso a la Reserva Natural Laguna de los Padres. Ese acceso de asfalto es denominado Avenida De los Misioneros

Ingreso principal a la Reserva Natural Laguna de los Padres
Nomenclador que se ubica en un sector de vista panorámica a la Laguna

Entre 1735 y 1752, la región en la que se encuentran la Laguna y la Sierra de los Padres fue parte del territorio bajo dominio del cacique Cangapol, llamado “El Bravo” por los invasores españoles. Perteneciente a la etnia de los puelches o “serranos”, Cangapol tuvo etapas de buena vecindad con algunos religiosos, pero nunca con “los españoles, de quienes hemos recibido muchos agravios en todos tiempos”. En virtud de la firma de un tratado de paz con Cangapol y su gente, el 13 de noviembre de 1746 los misioneros jesuitas Joseph Cardiel y Tomás Falkner, uno español y el otro inglés de ascendencia irlandesa, fundaron la reducción Nuestra Señora del Pilar, uno de los atractivos turísticos que tiene hoy la Laguna de los Padres, llamada al principio “de las Cabrillas” y rebautizada para rendir homenaje a los dos curas. La edificación original, que incluía una pequeña capilla, tuvo que ser abandonada en 1751 ante un nuevo enojo de Cangapol y dos siglos después, en 1949, fue hallada bajo tierra y reconstruida de los mismos materiales, luego de que Juan Domingo Perón expropiara las tierras de propiedad privada y las convirtiera en reserva pública.


En la reconstruida Reducción del Pilar, la capilla permanece con una luz tenue que permite observar en detalle el pesebre traído desde el Vaticano. Las construcciones actuales, realizadas bajo la dirección del arquitecto Guillermo Furlán respetando la idea original, son tres, además de la capilla. En una de ellas se conservan objetos que pertenecieron a los curas Cardiel y Falkner.


En el predio hay seis tumbas simbólicas. Tres corresponden a los sacerdotes que le dan nombre a la zona y al religioso Matías Stroebel, que supo ser muy respetado por el bravo cacique Cangapol. Las otras tres cruces recuerdan a otros tantos jefes de los pueblos originarios de la zona: Chuyantuya, Marike y Taichoco. No hay nada que haga referencia a Cangapol.


Reducción del Pilar

En el epitafio colectivo se lee: “Y cuando ya mi tumba de todos olvidada no tenga cruz ni piedra que guarde su lugar, cuando en la tierra sienta el golpe de la azada, entonces mis cenizas, volviendo de la nada, saldrán de mi sepulcro los campos a alfombrar”. Es una estrofa del poema escrito en 1896 por el héroe nacional filipino José Rizal, poco antes de ser ejecutado por las autoridades coloniales españolas en su país, acusado de formar parte de la guerrilla que peleaba por la liberación nacional.


En la reserva llegaron a vivir cerca de 1200 puelches (“gente del este”), hasta que llegaron las huestes del general Julio Argentino Roca. En el siglo XIX proliferaron las estancias y en 1844, a los 9 años, tras la muerte de su madre, en la Laguna de los Padres se instaló con su padre José Hernández. Dicen que el autor del Martín Fierro “se hizo gaucho” en este lugar y aprendió a realizar las faenas rurales. En la actualidad, en el casco de la estancia en la que vivió, se encuentra el Museo Municipal José Hernández. La Laguna de los Padres, que nació antes que Mar del Plata, tuvo su puerto marítimo del mismo nombre y desde allí se enviaban productos agropecuarios a otras zonas del país. #AntesDeSerCalle


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