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Martín Lutero, el monje que cambió el mundo

Martín Lutero, fue un monje alemán que desató uno de los acontecimientos más importantes vividos por los europeos en los últimos 500 años.


Un profesor de Teología de treinta y tres años, ya casi treinta y cuatro, vestido con austero hábito agustino, que se afanaba por resumir sobre un papel todo lo que le parecía más urgente debatir en su iglesia, la católica.

El pedido de nombrar una calle con su nombre fue solicitado por la Parroquia Mar del Plata de la Iglesia Evangélica Luterana Argentina en agosto de 2016. Se enmarcó en la conmemoración de los 500 años de la Reforma Luterana, proceso iniciado por Martín Lutero en Alemania en 1517.

Se trata de la Calle 483 (ex Calle 34) de los Barrios Costa Azul, Los Acantilados y Antártida.


Martín Lutero clavó sus 95 famosas tesis en una iglesia de Wittenberg el 31 de octubre de 1517.


En un mundo en el que la gente pagaba por el perdón de sus pecados, sus ideas eran muy radicales. Eso cambiaría para siempre Alemania, Europa y el resto del mundo cristiano. Para entender el terremoto que desencadenaron sus tesis, es necesario volver a la época en la que vivió.


A finales de la Edad Media y principios de la Edad Moderna, la fe cristiana estaba dominada por la Iglesia católica romana. Los dogmas y normas de la Iglesia dirigían las vidas de las personas, que veían a Dios como una figura crítica que nunca dejaba que un error quedara impune.

Sucesos sin explicación, como tragedias personales, malas cosechas o incluso guerras, eran vistas con frecuencia como consecuencias de la brujería o de actos de personas que habían hecho un pacto con el diablo. Cuando se sospechaba que alguien había entrado en algún acuerdo de este tipo, por lo general era quemado en la hoguera.

Martín Lutero nació en el seno de una familia minera en Eisleben, Alemania el 10 de noviembre de 1483. En 1501 comenzó sus estudios en la Universidad de Erfurt. Cuatro años más tarde, completó su maestría y empezó a estudiar Derecho.


Entonces algo cambió la vida de Lutero. En julio de 1505 quedó atrapado en una tormenta y fue alcanzado por un rayo. Ante la perspectiva de la muerte, temió tener que enfrentarse a Dios sin estar preparado, por lo que invocó a Santa Ana, patrona de los mineros, y decidió convertirse en monje.


Menos de dos semanas después, Lutero llamó a la puerta de un claustro agustiniano de Erfurt y pidió ser aceptado en la orden.


Su vida como monje


Impulsado por la búsqueda de un Dios misericordioso y por el miedo a perderse la vida después de la muerte, Lutero vio la oportunidad de experimentar una vida plena dentro de los muros del monasterio.


Desde el principio, el joven monje se mostró como un discípulo visiblemente obediente. Ayunaba y rezaba durante seis horas al día; meditaba y reflexionaba. Más tarde, Lutero escribiría lo siguiente acerca de su vida en el claustro: "Si alguien consiguió entrar en el cielo siendo monje, yo también quería lograrlo”.


Cuando aún no llevaba dos años en el monasterio, Lutero se convirtió en sacerdote. Era el año 1507 y la enseñanza teológica estaba en el centro de sus estudios.


Primera experiencia con la venta de indulgencias


En 1510, Lutero fue enviado a Roma en una misión de la orden de los Agustinos. Este viaje acabaría siendo fundamental en su vida. En aquel momento la Curia pasaba por dificultades financieras provocadas por la costosa construcción de la Basílica de San Pedro. Para conseguir dinero, los líderes eclesiásticos introdujeron la venta de indulgencias. El perdón de los pecados se podría lograr de dos formas: o bien obrando de forma correcta, o bien pagando a la Iglesia.


Una biblia del siglo XV


El precio del perdón se fijaba de acuerdo a los ingresos, e incluso los que habían muerto podían ser rescatados de las llamas del infierno si sus parientes pagaban unas pocas monedas.


La búsqueda de la aceptación de Dios


En 1512, Lutero obtuvo su doctorado en teología y se convirtió en profesor de la Universidad de Wittenberg. En aquella época ya era muy respetado por sus colegas y superiores. A pesar de ello, se seguía preguntando qué hacer para lograr la aceptación de Dios. Ningún ritual o norma de la Iglesia fue capaz de contestar a esa cuestión.


Murió el 18 de febrero de 1546 en su ciudad natal #AntesDeSerCalle

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