Se denomina Libres del Sur al movimiento de oposición y revolución contra el gobierno de Juan Manuel de Rosas, ocurrido en el entonces sur de la provincia de Buenos Aires a fines del año 1839. Logró dominar los pueblos más importantes de la zona en esa época -Dolores, Chascomús y Tandil- pero fue aplastado rápidamente en la batalla de Chascomús, del 7 de noviembre de ese año.
La calle que recuerda ese movimiento nace como continuación de Chaco, en el barrio Parque Luro y concluye al llegar a la avenida Félix U. Camet, en el barrio Constitución. La ordenanza que le impuso el nombre data de 1939 y establece como nombre Libres del Sur y no Sud como aparece en varios nomencladores.
Libres del Sur, movimiento de oposición y revolución contra la dictadura de Juan Manuel de Rosas, ocurrido en el sur de la provincia de Buenos Aires a fines del año 1839. Llegó a difundirse por Dolores, Chascomús y Tandil, pero fue aplastado rápidamente en la batalla de Chascomús, del 7 de noviembre de ese año según insta la fuente de referencia wikipedia en español.
Las causas
El gobernador Juan Manuel de Rosas había sido elegido para ese cargo en 1835, con la Suma del Poder Público. Eliminó a sus opositores más destacados, especialmente a los unitarios, y ejerció su gobierno con el apoyo de las clases populares, las clases medias, el ejército y los ganaderos. El apoyo de éstos parecía muy sólido, ya que los intereses de los hacendados eran eficazmente defendidos por un gobierno que tomaba sus decisiones en función de un modelo económico agro-exportador.
Pero hacia 1838 surgió un nuevo frente de oposición, con la generación romántica, de jóvenes que tenían como ideal de "civilización" la cultura francesa. El conflicto de Rosas con Francia, en que el dictador se mantuvo impasible frente a las presiones de la potencia europea cambió las condiciones económicas y sociales. La flota de guerra francesa bloqueó el Río de la Plata y los "románticos" tomaron abiertamente partido por los agresores, contra su gobierno.
El bloqueo significó la interrupción – si no completa, al menos parcial – del comercio exterior de la Provincia de Buenos Aires. No sólo las clases altas perdieron la oportunidad de importar bienes e ideas desde Europa, sino que se trabó el comercio de exportación, del que dependía la economía de la ciudad. Aún peor fue el efecto del bloqueo sobre las exportaciones ganaderas, de las cuales dependía casi exclusivamente el campo. Los grandes propietarios de campos hacían casi todas sus ventas directa o indirectamente al mercado exterior, y éstas se interrumpieron. Los precios cayeron y las ventas se hicieron muy complicadas.
El gobierno de Rosas se enfrentó con una caída muy significativa de sus ingresos, que dependían en su gran mayoría de los derechos del comercio exterior. Para subsanarlo, recurrió a la tierra pública; ésta estaba en manos, en su mayor parte, de beneficiarios de la enfiteusis. Esto es, de personas que lo arrendaban por largo tiempo y pagaban cánones de alquiler muy bajos. Rosas suspendió la renovación de los contratos y exigió la entrega o compra de sus arrendatarios a corto plazo.
Por supuesto, había opositores a Rosas que se oponían a sus métodos políticos y sus persecuciones a los opositores. Pero está claro que los hacendados se unieron a éstos solamente cuando se encontraron sin ingresos y con la obligación de pagar grandes sumas a corto plazo. Su principal motivación era económica.
Los emigrados unitarios centraban su accionar en Montevideo; allí ayudaron a Fructuoso Rivera a derrocar al presidente Manuel Oribe, con la alianza de los franceses. Aliados a su vez al nuevo gobierno, se dedicaron a tratar de derrocar a Rosas, y alentaron toda clase de empresas en su contra, desde ediciones opositoras en la prensa hasta atentados criminales. Pasando, claro está, por campañas militares en su contra. Encontraron un eficaz jefe de éstas en el general Juan Lavalle, que organizó un pequeño ejército pero con gran cantidad de oficiales en la isla Martín García.
La conspiración de Maza y los hacendados
En la ciudad de Buenos Aires se formó un grupo de conspiradores, en parte formado por los jóvenes románticos, pero que eligió como jefe militar de la revolución que planeaban a un jefe prestigioso y bien relacionado: Ramón Maza, hijo de presidente de la legislatura y amigo de Rosas, Manuel Vicente Maza.
Idearon un plan de vasto alcance, que incluía la revolución de las tropas de la capital dirigidas por Maza, el alzamiento de los hacendados del sur de la provincia – los más afectados por el cambio en las normas de la enfiteusis – y el avance hacia la capital de Lavalle, preferentemente desde el norte de la Provincia. Al saberse que en esta zona no tendría el apoyo esperado, se pensó que debía avanzar desde el sur.
Pero los conspiradores eran muy poco discretos, y Rosas estaba al tanto de los preparativos; dejó hacer, como para poder enterarse de todo, pero se preparó a moverse en el momento preciso. Recibió un aviso de que se tramaba una revolución en el sur de la provincia, pero ordenó al juez de paz de Dolores que le mandara presos a los conspiradores más destacados; la idea era saber más, pero el juez de paz adujo no saber de ningún conspirador. Los conspiradores reunían a los gauchos en sus estancias, con la excusa de tareas rurales y fiestas, y los adiestraban en sus ideas revolucionarias, bien que presentadas de forma bastante ambigua; es que los gauchos idolatraban a Rosas.
Mientras tanto, a fines de julio se supo que los conspiradores de Maza estaban listos para lanzarse a la revolución. Entonces Rosas ordenó el arresto de don Ramón. El padre intentó salvarlo de alguna manera, pero fue asesinado en su despacho.[1] Al día siguiente, Ramón Maza era fusilado, y sus aliados huyeron de Buenos Aires en pocos días.
Los hacendados del sur quedaron sin el apoyo de la capital, pero aún contaban con Lavalle. Éste se embarcó hacia allí, pero estando en camino se enteró de la invasión al Uruguay del gobernador de Entre Ríos, Pascual Echagüe; entonces cambió de idea e invadió esa provincia: el 8 de septiembre ocupaba Gualeguaychú, y el día 22 vencía al gobernador sustituto Vicente Zapata en la batalla de Yeruá.
El juez de paz de Dolores recibió una nueva intimación de parte de Rosas, y entonces los conspiradores se lanzaron a la acción. Sus jefes militares eran los coroneles Ambrosio Crámer, francés afincado en la zona que hoy es Lezama; Pedro Castelli, hijo del prócer de la Independencia Juan José Castelli; y Manuel Rico,[2] un oficial de carrera descontento con Rosas.
También fue invitado a unírseles el coronel Nicolás Granada, pero éste se mantuvo leal a Rosas. Cuando sus compañeros de armas lo acusaron, se quitó sus insignias de oficial y tomó un fusil como soldado raso; le devolvieron el mando de sus tropas.
El Grito de Dolores
Con Rosas ya enterado, los revolucionarios reunidos en las orillas de la Laguna del Durazno, decidieroen emprender la campaña el día 6 de Noviembre.,[3] pero la presión de Rosas obligó a adelantarse.
En la madrugada del 29 de Octubre de 1839, llegó a Dolores el comandante Rico y algunos acompañantes; golpeó la ventana de la casa del juez de paz Tiburcio Lens y le ordenó reunir al pueblo. Al despuntar el día, los tambores redoblaron llamando a generala, a la que respondieron ciento setenta vecinos armados, que fueron arengados por Rico:
Compañeros: nos hemos reunido aquí con el objeto de elegir para el partido de Dolores un nuevo comandante militar y otro juez de paz, que respondan y apoyen el levantamiento de la campaña del Sur contra el gobernador Juan Manuel de Rosas… este pueblo heroico, cansado de tanta humillación y amenazado en la vida y en los intereses de sus hijos, se pone en armas. ¡Juremos todos no dejarlas hasta que hayamos dado en tierra con el amo y el último de sus esclavos! ¡Patriotas del Sur! ¡Viva la libertad, abajo el tirano Rosas!
Rico fue nombrado comandante general de las milicias, y se realizaron todo tipo de actos en repudio de Rosas, como escupir y pisotear el cuadro que se encontraba en la iglesia…
Instalaron el cuartel general cerca del antiguo cementerio de Dolores, donde se reunieron unos 1.500 vecinos y gauchos. Al día siguiente se les unió Crámer, que dándose cuenta de la falta de organización y la carencia de armamentos, se dedicó a organizar lo que pudo.
El 1ro de noviembre se les unió el comandante José Mendiola, que insurreccionó Chascomús. Por esos días llega la noticia de que Lavalle se ha desviado de su ruta original, y Rico, que realmente no tomaba decisiones estratégicas, decidió trasladar sus tropas a Chascomús. Es que ya no podían volver atrás; se habían movido a destiempo, y sólo podían seguir adelante.
La batalla de Chascomús
El coronel Prudencio Rosas, hermano del Restaurador, se trasladó desde Azul, uniéndose a Granada, que venía desde Tapalqué. Luego se dirigieron hacia Chascomús, reuniendo algunos refuerzos.
El ejército de los llamados "Libres del Sur" estaba acampado en las orillas de la Laguna de Chascomús cuando, el 11 de noviembre, llegó la noticia de que las fuerzas de Granada habían entrado al pueblo. Hasta ese momento, los revolucionarios seguían creyendo que Granada venía a unírseles, y por ello salieron contentos a recibirlo.[4] Granada los atacó con toda su fuerza, desorganizando el campamento. Una rápida respuesta de los revolucionarios recompuso la situación, y el mismo Prudencio Rosas huyó del campo de batalla.[5]
Pero Granada recompuso sus fuerzas y, ayudado por el cambio de bando de uno de los oficiales del ejército de Rico, derrotó a los revolucionarios. La mayor parte de los gauchos se rindieron, y por orden de Rosas fueron indultados.
Crámer murió en el campo de batalla; los demás jefes militares, y la mayor parte de los estancieros comprometidos en la revolución huyeron. Muchos de ellos se unieron a Rico en su fuga hasta la costa de la Bahía de Samborombón, donde se embarcaron en buques franceses y pasaron al ejército de Lavalle, que ya se había trasladado a Corrientes.
Un alzamiento en apoyo de los Libres del Sur tuvo lugar en Tandil; pero nunca llegó a coordinarse con el que había estallado en Dolores y Chascomús, y fue fácilmente desbaratado pocos días después.
Consecuencias
Castelli se separó del resto de la tropa y cayó asesinado por la partida que lo perseguía; su cabeza fue puesta en lo alto de una pica de la plaza de Dolores durante siete años[7] [8)
Echagüe fue derrotado en la batalla de Cagancha, y Lavalle invadió con tropas correntinas la provincia de Entre Ríos; allí se enfrentaron en dos batallas indecisas, hasta que Lavalle se trasladó hacia la provincia de Buenos Aires. Allí recibió alguna ayuda de los hacendados del norte de la provincia, pero ninguna de los del sur. Todo apoyo a su causa había desaparecido. Más tarde, Lavalle se retiró hacia el norte del país, se sumó a la Coalición del Norte y fue derrotado y muerto. Poco antes moría también Manuel Rico. Según la opinión de Vicente Sierra:
La historia de la empresa que en Martín García fue denominada Legión Libertadora, y al mando de Lavalle partió de dicha isla, cumpliendo una campaña que terminó con la muerte de su jefe, ha sido escrita con tono épico, poético y hasta novelesco. La verdad es que la cosa no da para tanto.
Rosas logró conservar su gobierno y su base de poder de origen rural por doce años más. Entre las decisiones estratégicas que tomó, estuvo la de dividir en varios partidos nuevos el sur de la provincia de Buenos Aires. El 23 de diciembre de ese año de 1839 creó 14 nuevos partidos, de los cuales los de Pila y Tordillo fueron desprendimientos del de Dolores #AntesDeSerCalle
Notas: 1 Los unitarios acusaron a los federales de la muerte de Maza, por conspirador. Por su parte, los federales acusaron a los unitarios de haberlo hecho matar para que no los delatara.
2 La causa inmediata de la rebelión de Rico era que había recibido una orden de Rosas para presentarse ante él en Buenos Aires, pero había pasado semanas esperando ser atendido; ese acto de descortesía o desprecio lo había pasado a la oposición.
3 La reunión organizadora se hizo a orillas de la laguna del Durazno, a la luz de la luna.
4 La noticia de que Granada se les iba a unir había sido propalada por un tal Otamendi, que creyó que con eso iba a levantar la moral de sus tropas; y que después no supo cómo desdecirse hasta que fue demasiado tarde.
5 Don Prudencio llegó a Ranchos, desde donde escribió a su hermano el gobernador que todo estaba perdido; cuando se enteró del resultado de la batalla regresó a recoger los laureles, que Granada, prudentemente, le dejó.
6 Rosas anunció que los gauchos habían sido llevados a la fuerza o engañados a luchar contra su jefe natural y su partido y los indultó. Así se evitó problemas y se ganó la gratitud de esos mismos paisanos.
7 Una leyenda, o una versión de la realidad, cuenta que después de años de estar exhibida en la plaza de Dolores, una noche de tormenta cayó de su logar; una anciana la recogió con su hijo y la enterraron en el cementerio del pueblo. Pero nunca más se supo nada de esa cabeza.
8 El 18 de agosto de 1859 se colocó, en el mismo lugar donde estuvo la picota sosteniendo la cabeza de Castelli, la piedra fundamental de la pirámide en honor a los Libres del Sur.
9 Como es natural, los habitantes de Dolores interpretaron esta división como un cruel castigo al partido que había liderado la rebelión. Pero, aunque la economía y la población de Dolores se resintieron mucho de esa decisión, lo más seguro es que ésta haya sido tomada por razones de buen gobierno y de estrategia política.
Fuentes:
Cresto, Juan José, Los libres del sur, Ed. Alfar, Bs. As., 1993.
Iriarte, Ignacio Manuel, Los libres del sur, Revista Todo es Historia, nro. 47.
Sierra, Vicente D., Historia de la Argentina, Ed. Garriga, Bs. As., 1973.
Beverina, Juan, Las campañas de los ejércitos libertadores 1838-1852, Bs. As., 1923.
Ruiz Moreno, Isidoro J., Campañas militares argentinas, Tomo II, Ed. Emecé, Bs. As., 2006.
Saldías, Adolfo, Historia de la Confederación Argentina, Ed. Hyspamérica, Bs. As., 1987.
Saraví, Mario Guillermo, La suma del poder. Memorial de la Patria, tomo VII, Ed. La Bastilla, Bs. As., 1981.
Academia Nacional de la Historia, Partes de batalla de las guerras civiles, Bs. As., 1977.
Busaniche, José Luis, Historia argentina. Ed. Solar, Bs. As., 1969.
López, Vicente Fidel, Historia de la República Argentina, Ed. Sopena. Bs. As., 1954.
Sosa de Newton, Lily, Lavalle, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1973.