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Mario Abel Amaya: el abogado de los trabajadores


Mario Abel Amaya nació en Dolavon, Valle Inferior del Río Chubut el 3 de agosto de 1935. Abogado, activista reformista en la universidad y miembro de la Unión Cívica Radical en 1973 fue elegido diputado nacional en su distrito de la provincia de Chubut, desempeñándose en el cargo hasta el golpe de estado del 24 de marzo de 1976.

Su historia

Sus padres eran maestros rurales en Dolavon, y habían migrado provenientes de la provincia de San Luis en la década de 1920. Sus estudios primarios y secundarios los hizo en Rawson. Cuando contaba con 16 años, en las elecciones de 1951, se acercó como militante a la Unión Cívica Radical. Realizó sus estudios universitarios en las universidades de Córdoba y Tucumán, donde mantuvo una activa militancia en el movimiento reformista. Al recibirse de abogado, se radicó en Trelew, instalando su estudio jurídico junto con Patricio “el Oso” Romero, un destacado dirigente peronista.


Amaya se había orientado a asesorar trabajadores y sindicatos. A comienzos de la década de 1970 comenzó a defender a presos políticos detenidos en la cárcel de Rawson, destacándose entre ellos el dirigente sindical Agustín Tosco. En 1972 se produjo una fuga de presos políticos de las organizaciones Montoneros y Ejército Revolucionario del Pueblo, durante la cual un gran grupo quedó atrapado en el aeropuerto de Trelew.

En esa ocasión los fugados exigieron como garantía la presencia de los abogados radicales Mario Amaya e Hipólito Solari Yrigoyen. Pocos días después varios de los detenidos serían asesinados en lo que se conoce como la Masacre de Trelew. Poco después Amaya fue detenido por la dictadura que gobernaba en ese momento.

Una víctima de la dictadura cívico militar

La cronología y el itinerario de lo que terminaría en la muerte de Amaya comienzan el 17 de agosto de 1976, Día del Libertador. La madrugada de ese día se realiza su detención en Trelew. Luego vendrá su traslado en avión a la Base Aeronaval de Bahía Blanca, y de ahí al centro de tormentos y ejecuciones que funcionaba en el Regimiento 181 de Comunicaciones de la misma ciudad, conocido con el nombre de “la Escuelita”.

Según lo comprobó la Conadep, bajo la presidencia de Ernesto Sábato, las instalaciones de ese siniestro lugar fueron demolidas poco antes del advenimiento de la democracia.

El 31 de agosto se hizo el traslado, también clandestino, hasta las afueras de Viedma, donde en una farsa se simuló un tiroteo con la Policía Federal, para hacer creer que quienes lo trasladaban eran “sediciosos”. Se lo arrojó con violencia del vehículo en que iba atado, amordazado y encapuchado, a una zanja lateral al camino.

En seguida lo detuvo la policía, mientras que quienes lo habían transportado huían. Al día siguiente, se lo condujo en avión detenido desde Viedma hasta la Base de Bahía Blanca y de ahí hasta la cárcel de Villa Floresta.

El 11 de setiembre, Día del Maestro en homenaje a Sarmiento, se ordenó su traslado y el de otros detenidos hasta la cárcel de Rawson. Tras descender el avión en la Base Aeronaval de Trelew, recibieron un castigo feroz que se prolongó durante muchas horas de ese día y en los siguientes en la prisión de la que era director el prefecto Osvaldo Fano y estaba bajo el control del militar Barbot.

Ese trato cruel, inhumano y degradante fue la consecuencia directa de la muerte de los dos del grupo con salud más precaria: Mario Amaya, que era asmático, y Jorge Valemberg, ex presidente del Concejo Deliberante de Bahía Blanca, una honorable persona mayor, integrante del justicialismo. No sólo ninguno de ellos recibió atención médica, sino que a Amaya se le retiraron el inhalador y sus medicamentos.


Amaya, desahuciado por los médicos, fue trasladado al hospital de la cárcel de Villa Devoto.


Su madre, que fue autorizada a verlo, pasó frente a su cama del hospital sin reconocerlo por el estado en que se encontraba como consecuencia de los sufrimientos que se le habían infligido. Amaya falleció el 19 de octubre de 1976; tenía 41 años.

Bajo la ordenanza 6696 sancionada el 12 de diciembre de 1986 se le impuso a la calle 296 (ex 242) entre Río Negro y Juan B. Justo el nombre “Diputado Mario Abel Amaya”. Si bien la ordenanza dice explícitamente “desde Rio Negro”, materialmente se concreta desde calle Berutti en el barrio Florentino Ameghino siguiendo su traza hasta el barrio Santa Rosa de Lima.


Desde su origen, Amaya adhirió al Movimiento de Renovación y Cambio que lideraba Raúl Alfonsín, enfrentado a la línea conservadora que dominaba el radicalismo, encabezada por Ricardo Balbín. En 1973 se había presentado en su provincia como candidato a diputado nacional, ganando y asumiendo el 25 de mayo #AntesDeSerCalle



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