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Foto del escritorAntes de ser Calle

Silvina: La “etcétera” de los Ocampo

Los Ocampos fueron una de las familias más aristocráticas e la Argentina. Silvina fue la menor de las seis hermanas Ocampo. Manuel Ocampo, el padre, fue un hombre riguroso y conservador.

Al ser la pequeña, los padres ya estaban más cansados de criar hijas, las normas se relajaron con Silvina, que dijo en alguna ocasión que se sentía como “el etcétera de la familia”.

La mayor de las hermanas era Victoria, fundadora de la revista y editorial Sur, y una de las intelectuales más influyentes del país.


Por su característica, la vida de Silvina Ocampo ha sido siempre fuente de leyendas y pasiones inventadas o exageradas. En parte porque se casó con un joven guapísimo once años menor que ella, Adolfito Bioy Casares, que siguió teniendo amigas y amantes. Incluso la hija de Silvina y Bioy, Marta Bioy, era hija natural de una de esas amigas de Adolfito.


El primer libro que publicó Silvina Ocampo fue Viaje olvidado, en 1937. Y la primera reseña se publicó en la revista Sur y la firmaba su hermana mayor.


Victoria escribió: “Todo está escrito en un lenguaje hablado, lleno de imágenes felices –que parecen naturales– y lleno de imágenes no logradas –que parecen entonces atacadas de tortícolis–. ¿No serán posibles las unas sino gracias a las otras? Es ese un riesgo que a mi juicio debe afrontar… Estos recuerdos me lanzaban señales en el lenguaje cifrado de la infancia que es el del sueño y el de la poesía. Cada página aludía a casas, a seres conocidos, en medio de cosas y seres desconocidos como en nuestros sueños. Como en nuestros sueños, rostros sin nombre aparecían de pronto en un paisaje familiar, y voces extrañas resonaban en un cuarto cuya atmósfera era ya un tuteo. Conociendo el lado de la realidad e ignorando la deformación que esa realidad había sufrido al mirarse en otros ojos que en los míos, y al apoyarse en esos sueños, me encontré por primera vez en presencia de un fenómeno singular y significativo: la aparición de una persona disfrazada de sí misma”.


En la reseña de su hermana mayor están, aunque destacadas no como virtudes, las señas de identidad de la literatura de Silvina Ocampo: su fino oído para el habla y su habilidad para capturarlo en sus relatos; el gusto por las imágenes no evidentes y la deformación a la que somete sus recuerdos. Por otro lado, puede ser que tenga razón en eso de que la hermana menor se disfrazaba de sí misma, pero ¿qué tiene eso de malo?

La calle que le hace tributo se encuentra en el barrio Parque Hermoso a lo largo de ocho cuadras. Su numeración va del 8800 (Florencio Martínez de Hoz al 5700) hasta el 9500 (Vittorio Tetamanti al 5700).


Silvina Ocampo se encuentra sepultada en la bóveda familiar, aunque no hay ninguna placa con su nombre. Murió en 1993, enferma de alzhéimer. Ocupa un lugar fundamental en las letras argentinas y su obra ha sido rescatada, reivindicada y estudiada.


Recomendamos leer el libro de Mariana Enriquez “La hermana menor” que, más allá de meterse en la intimidad del personaje pone sobre la mesa la hermosa forma de escribir de Silvina Ocampo #AntesDeSerCalle

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