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La primera transfusión indirecta de sangre la hizo el argentino Luis Agote


Luis Agote, fue médico e investigador. Se trata del primero en realizar en el mundo transfusiones de sangre indirectas sin que la sangre se coagulara en el recipiente que la contenía.

La calle que recuerda a este científico nace en Juan B. Justo como continuación de Arenales y va hasta la avenida Mario Bravo. Los barrios por los que va perteneciendo a medida que circula son: Las Avenidas, El Progreso y General San Martín. Circula paralela a Fleming, otro científico relacionado a la salud.


Agote nació en Buenos Aires el 22 de septiembre de 1868. Tras cursar sus estudios primarios y secundarios en el Colegio Nacional, ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (1887) donde se graduó de médico con una tesis sobre hepatitis supurada (1893). Luego, comenzó a ejercer su profesión en el campo de la clínica hasta que en 1895 fue designado director del lazareto de la isla Martín García. En 1905 fue profesor suplente en la Facultad de Medicina y en 1915 titular de la cátedra de Clínica Médica.


Tuvo un desempeño brillante como académico y también incursionó con éxito en política. Fue un hombre para quien el honor y los valores fueron mucho más que palabras. Siendo ya médico, un familiar directo suyo sufrió una terrible hemorragia que se intentó combatir por todos los medios. Fue en vano. Aquella persona murió ante la desesperación y la impotencia del doctor Agote y sus colaboradores, que nada pudieron hacer para evitarlo. Pero, sin saberlo, había sembrado con su muerte la semilla de muchas vidas en la historia del mundo. A partir de ese episodio Agote comenzó a estudiar de manera intensiva la forma de reemplazar la sangre de un paciente ante casos como ese.

La formación de grumos en la sangre era, hasta entonces, el obstáculo insalvable. Agote y su equipo en el que se destacaba el laboratorista Luis lmaz, pasaron muchos meses de desvelo buscando una solución. Al fin, cuando casi habían abandonado la búsqueda, algo ocurre después de una prueba. Habían agregado diferentes elementos en la sangre sin resultados positivos pero esta vez el esfuerzo había dado sus frutos: el citrato de sodio evitaba la formación de esos temibles grumos, lo que significaba que las transfusiones serían posibles. Pero había que probarlo en un ser humano.

Después de varias pruebas, el 9 de noviembre de 1914, concretaron exitosamente la transfusión de 300 cm3 de sangre, donada por un empleado del Hospital a una parturienta que tres días después dejó el nosocomio en perfecto estado de salud.

El inquieto espíritu que lo animaba lo llevó a ejercer la docencia y a militar políticamente, pero su nombre pasó a la historia asociado al notable resultado de su labor investigadora.

Comenzó a estudiar el modo de mantener la sangre licuada, secundado por el laboratorista Lucio Imaz; entre los caminos que se abrían a la investigación estaba la posibilidad de añadir a la sangre algún elemento que impidiera su coagulación sin alterar sus componentes ni acarrear consecuencias nocivas para quien la recibiera.Al cabo de una paciente pesquisa, Agote y su ayudante descubrieron que el citrato de sodio cumplía las condiciones requeridas y resultaba totalmente inocuo para el organismo, aun administrado en dosis elevadas.


El doctor Agote comunicó su descubrimiento al mundo y en un primer momento solo recibió respuestas corteses por vía diplomática. Cuando el “New York Herald” publicó una síntesis de su método, el tema comenzó a interesar, a tal punto que el norteamericano Lewinsohn y el belga Hustin se apresuraron a reclamar el descubrimiento como propio (venían trabajando paralelamente al científico argentino).

Se entabló entonces una polémica en la que unos y otros se atribuyeron la prioridad aunque la publicación del estudio en el periódico norteamericano y las constancias del anuncio del descubrimiento efectuadas oportunamente por el Dr. Agote, fueron pruebas contundentes que dejaron aclarado que fue él quien primero logró la hazaña.

Se jubiló en 1929, a los sesenta años. En 1986 dio su nombre al Instituto Modelo de Clínica Médica del Hospital Rawson, que fundara con tanto cariño. Murió a los 86 años, el 12 de noviembre de 1954. Fue uno de los más perfectos exponentes de la brillante generación graduada durante la época del noventa, generación que pocas veces podrá ser igualada.

También tuvo participación política

Paralelamente a su carrera médica y académica, Agote tuvo una activa participación en la vida política argentina. Fue dos veces diputado de la Nación (1910 y 1916), espacio desde el cual impulsó la construcción del Pabellón Modelo de Clínica Médica en el Hospital Rawson, dependiente de la Facultad de Medicina, que sería inaugurado el 11 de marzo de 1914.

Profesor Honorario de la Facultad de Ciencias Médicas desde 1932 y Académico Honorario de la Academia Nacional de Medicina en 1945, el Dr. Agote fue el fundador de la Asociación Tutelar de Menores. Su pasión por la medicina y por la ciencia, no le impidieron acercarse a la literatura y el arte como ilustran su nombramiento como Presidente Honorario de la Academia de Bellas Artes

La primera transfusión de sangre, que se llevó a cabo poco antes de que comenzara la Primera Guerra Mundial (1914-1918), un conflicto bélico devastador en Europa, también marcó el inicio de un camino de solidaridad: el propio Profesor Agote pediría al Gobierno nacional de la época que transmitiera la exitosa experiencia a los países beligerantes vía telegráfica y a través de las misiones diplomáticas.

El "Día nacional del donante voluntario de sangre" se conmemora en nuestro país desde septiembre de 2004 tras la aprobación de la Ley nacional 25.936, bajo la premisa de que la donación voluntaria de sangre es una política de Estado #AntesDeSerCalle

Fuente:

Ministerio de Salud de la Nación // Crónica Loca de Víctor Sueiro

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