El 21 de mayo una multitud armada con puñales se presentó en las afueras del Cabildo para exigirle a los gobernantes la renuncia del virrey del Río de la Plata, Baltasar Hidalgo de Cisneros, y una convocatoria amplia para debatir la situación del Virreinato. Los integrantes del Cabildo accedieron a los pedidos y convocaron a un Cabildo Abierto para el día siguiente.
Ese martes 22 de Mayo de 1810 los del bando españolista lucían desconcertados. Solo se presentaron 251 de los 450 invitados. “A votar, a votar”, exigieron los otros, restaban aún algunos discursos, pero la suerte de Cisneros estaba echada.
Cuando concluyó el turno de los oradores, se puso a votación si el virrey debía seguir o no en su cargo. El escrutinio de los votos –que por lo avanzado de la hora se conoció recién al día siguiente- arrojó un claro y contundente resultado: 155 votos por la destitución contra sólo 69 por la continuidad de Cisneros.
En el debate había dos posiciones enfrentadas. Por un lado, la de los conservadores que se pronunciaron a favor de la continuidad de Cisneros en el mando. Y por el otro, los que exigían la renuncia del virrey, teniendo en cuenta que había caducado la autoridad que lo había nombrado para el ejercicio del gobierno, por lo tanto, el poder debía recaer en los representantes actuales del pueblo para que estos se diesen un nuevo gobierno. Esta era la posición sostenida por los revolucionarios, que desde hacía semanas se juntaban a escondidas en la jabonería de Vieytes a debatir y planificar los posibles destinos del Virreinato.
Las voces más destacadas del debate las tuvieron, por el lado de los conservadores, el obispo de Buenos Aires Benito Lué. Y por el lado de los revolucionarios, Juan José Antonio Castelli y Juan José Paso. Después de una votación, se resolvió que el virrey debía ser reemplazado por una Junta de Gobierno.
Sin embargo, Cisneros realizó una maniobra para presidir esa Junta. Él conservabaría la comandancia de las armas y debía ejercer el poder junto con dos españoles moderados (Solá e Inchaurregui) y dos criollos revolucionarios (Saavedra y Castelli). Los criollos se manifestaron en contra y se organizaron para conformar una nueva junta.
La Revolución estaba en marcha.
Son 100 metros los que están representados con el nombre de una calle en la ciudad de Mar del Plata en el barrio Bernardino Rivadavia y se extiende de calle Tierra del Fuego a Teodoro Bronzini #AntesDeserCalle
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